
Esta es la última parte dedicada a la traducción y adaptación de una serie de 7 artículos que Daisy Christolodou escribió para comentar las ideas de su libro «Making Good Progress?: The future of Assessment for Learning» (¿Cómo progresar?: el futuro de la evaluación para el aprendizaje).
Christolodou se centra primeramente en el hecho de que, con la intención de mejorar un sistema de evaluación del cual generalmente no tenemos un conocimiento profundo de cómo funciona, la sobrecarga de trabajo va a ser una consecuencia casi inevitable, en lugar de dedicar el tiempo a analizar las razones por las que aquello no funciona. El Departamento de Educación inglés registró mediante una encuesta en 2013 que los docentes dedicaban una media de 10 horas semanales a la evaluación, 5 horas más de media que solamente tres años atrás, en 2010. Eso venía además acompañado de una falta total de evidencia acerca de los beneficios que ese aumento en la dedicación a la evaluación había comportado, mientras que sí se hallaba un aumento del trabajo adicional.
Estas son, según Daisy Christolodou, algunas de las malas ideas sobre evaluación que generan carga de trabajo sin generar mejoras:
Dependencia excesiva de descripciones en prosa al calificar el trabajo
Si eres un maestro a quien le gusta leer los trabajos de tus alumnos, pero no especialmente puntuarlos con la ayuda de un esquema de calificación a partir del cual proporcionar feedback, estás en el mismo equipo que muchos otros compañeros y compañeras. De hecho, la mente humana no es buena para hacer este tipo de juicios absolutos. El resultado nos suele llevar a calificaciones poco precisas. Parece que, por suerte, hay una forma mejor y alternativa a ese tipo de calificación: el juicio comparativo , del que hablaremos próximamente.
Dependencia excesiva de los descriptores en prosa al dar retroalimentación
Christolodou lo explica así: «Los descriptores en prosa son igualmente inútiles para dar retroalimentación. Gran parte de la orientación que acompaña a los descriptores recomienda utilizar el lenguaje de esos descriptores con los alumnos. El resultado es que los profesores terminan escribiendo párrafos enteros al final del trabajo de un alumno: «Bien hecho: has demostrado un conocimiento emergente del pasado, pero para mejorar, necesitas desarrollar tu conocimiento del pasado».
Este tipo de comentarios no son muy útiles como retroalimentación porque, si bien pueden ser precisos, no son útiles. ¿Cómo se supone que debe responder un alumno a este tipo de comentarios? Como dice Dylan Wiliam, este tipo de comentarios son como decirle a un comediante fracasado que debe ser más gracioso.
Un enfoque válido y alternativo a eso sería el leer las respuestas de la clase, identificar los aspectos con los que todos tuvieron dificultades y volver a enseñarlos en la próxima lección.
Desconfianza en las preguntas de respuesta corta y de opción múltiple
Las preguntas de respuesta corta y de opción múltiple no lo pueden evaluar todo, obviamente. Pero pueden hacer algunas cosas realmente bien y también tienen la ventaja de ser muy fáciles de calificar. Una buena pregunta de opción múltiple no es fácil de escribir, para ser justos. Pero una vez que la hayas escrito, puedes usarla una y otra vez y también puedes usar preguntas de opción múltiple que hayan sido creadas por otros. A diferencia de la retroalimentación basada en descripciones en prosa, puedes usar preguntas de opción múltiple para dar retroalimentación y que esta resulte eficaz para que los alumnos puedan hacer algo útil con ella.
TRADUCIDO Y ADAPTADO DE:
https://daisychristodoulou.com/2017/02/how-do-bad-ideas-about-assessment-lead-to-workload-problems