Tal como anunciamos hace un par de semanas, en McGuffin Educativo inauguramos una nueva sección dedicada a traducir y subtitular algunas de las conversaciones más relevantes sobre ciencia cognitiva y enseñanza basada en evidencias.
Comenzamos con un diálogo excepcional entre Zach Groshell y Paul A. Kirschner, uno de los investigadores más influyentes en el campo del aprendizaje y la carga cognitiva.
A partir de hoy, podrás ver sus entrevistas con subtítulos en español, acompañadas de un análisis detallado para docentes que quieren entender qué dice realmente la investigación educativa.
Este es el primer episodio subtitulado de la serie, punto de partida de una colección que irá creciendo progresivamente.
🎧 Versión subtitulada en español disponible:
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HIGHLIGHTS
Groshell abre la entrevista con una confesión honesta:
“Al principio de mi carrera, me decían con frecuencia que darles a los estudiantes más control, más libertad y, como consecuencia, una instrucción menos explícita, era la única manera de desarrollar a los pensadores creativos y estudiantes de por vida del siglo XXI.»
Sin embargo, con los años —y tras conocer la investigación de Kirschner y Sweller— comprendió que el exceso de libertad no potencia el aprendizaje, sino que lo entorpece. La enseñanza guiada, lejos de ser autoritaria, libera al alumno de la sobrecarga cognitiva y le permite centrar sus recursos mentales en lo que realmente importa.
Uno de los ejes centrales de la entrevista es la crítica al aprendizaje por descubrimiento y la lucha productiva (productive struggle), enfoques que proponen que el alumno aprenda explorando por sí mismo los contenidos antes de recibir instrucción.
Kirschner recuerda su famoso artículo de 2006, Why Minimal Guidance During Instruction Does Not Work, escrito junto a John Sweller y Richard Clark, y resume su tesis con claridad: explica que la memoria de trabajo es limitada, y cuando se enfrenta a tareas complejas sin apoyo, el estudiante gasta su capacidad cognitiva intentando entender qué debe hacer, en lugar de aprender el contenido. En este punto hay que decir que no hay nada inherentemente malo en el descubrimiento, pero solo es eficaz cuando el alumno ya dispone de los esquemas mentales necesarios para manejar la complejidad del problema.
En otras palabras: primero se enseña, después se explora. El aprendizaje por descubrimiento solo funciona cuando hay un conocimiento previo sólido que sirva de base.
Lejos de defender una enseñanza rígida o memorística, Kirschner y Groshell destacan el valor de la instrucción explícita bien diseñada. El docente debe ser un arquitecto cognitivo: alguien que organiza el contenido, guía la atención del alumno y planifica la práctica para facilitar la automatización. Sin conocimiento almacenado en la memoria a largo plazo, el alumno carece de los recursos mentales necesarios para analizar, comparar o crear.
Kirschner explica uno de los principios centrales de la Teoría de la Carga Cognitiva (Sweller, 1988):
“La memoria de trabajo humana solo puede procesar entre tres y cinco elementos nuevos a la vez. Si la sobrecargamos, el aprendizaje se interrumpe”.
Por eso insiste en dos estrategias esenciales:
- Reducir la carga innecesaria — eliminando tareas mal diseñadas, instrucciones ambiguas o materiales que distraen.
- Aumentar la carga germana — es decir, la parte del esfuerzo mental dedicada realmente a construir esquemas de conocimiento útiles.
Muchos programas educativos bienintencionados “ignoran estos límites biológicos” y tratan de enseñar demasiado a la vez o sin suficiente práctica guiada.
Kirschner ilustra de manera brillante cómo el conocimiento previo transforma la percepción y la capacidad de descubrimiento. Plantea una escena sencilla: alguien sin formación en química pasa frente a un laboratorio y solo ve “una escena de Frankenstein”, tubos, vapores y líquidos burbujeando sin sentido. Un estudiante de secundaria, en cambio, reconoce que se está realizando una destilación; un químico avanzado identifica incluso el compuesto al observar el indicador de temperatura. En cada caso, el conocimiento convierte la experiencia en comprensión. Sin conocimiento, lo que vemos carece de significado; no podemos interpretar, relacionar ni descubrir nada nuevo. Kirschner extiende el ejemplo al ajedrez: un maestro no es más inteligente que los demás, pero posee miles de configuraciones de tablero almacenadas en la memoria a largo plazo, lo que le permite anticipar movimientos óptimos y evitar errores. Ese bagaje convierte la intuición en saber experto. Por eso critica a quienes desprecian la instrucción sistemática: “son mariposas que han olvidado que fueron orugas”. Aprendieron gracias a la guía y al conocimiento acumulado, pero, una vez alcanzada la maestría, olvidan el proceso que los llevó allí.
Kirschner recuerda su investigación junto a su hija y Jimmy Sombrano sobre aprendizaje colaborativo y carga cognitiva para desmontar una idea frecuente: el trabajo en grupo no es, por sí mismo, un método eficaz. Explica que solo funciona cuando los estudiantes están bien preparados y la tarea es lo suficientemente compleja como para requerir cooperación genuina.
Si la actividad puede resolverse individualmente, trabajar en grupo añade más problemas que beneficios: hay que comunicarse, coordinarse y compensar el esfuerzo de quienes saben menos. En cambio, cuando las tareas demandan distintos conocimientos o especializaciones, la colaboración puede ser productiva, siempre que los miembros dispongan del bagaje previo necesario y se haya formado un auténtico equipo —no una simple agrupación circunstancial.
Kirschner señala que formar un equipo requiere tiempo, normas compartidas y confianza mutua, como ocurre en los cuerpos de bomberos o en los deportes colectivos. También advierte que la evaluación condiciona el grado de implicación: si la nota es individual, los alumnos no tienen incentivos para ayudar; pero si el resultado depende del rendimiento del grupo, la cooperación aumenta y los miembros tienden a equilibrar el esfuerzo y evitar el “gorroneo social”. El aprendizaje colaborativo, concluye, no es universalmente útil, sino una estrategia compleja que debe reservarse para contextos muy concretos y bien estructurados, que es cuando resulta eficaz.
Finalmente, Kirschner aborda uno de los malentendidos más frecuentes en educación: la idea de que los estudiantes pueden autorregular eficazmente su aprendizaje sin una base de conocimiento sólida. Argumenta que trasladar ese locus de control al alumno cuando todavía es un novato “es simplemente pedir problemas”. Utiliza una metáfora muy clara: pedir a un estudiante sin preparación que se autorregule es como enviar a alguien a cruzar Moscú sin mapa, sin hablar ruso y sin saber leer el alfabeto cirílico. Sin orientación ni referencias, no puede evaluar su progreso ni corregir su rumbo. Según Kirschner, la autorregulación es la epistemología del experto, no la pedagogía del principiante. Los estudiantes solo pueden aprender a gestionar su aprendizaje cuando ya disponen de suficiente conocimiento y experiencia, algo que se desarrolla gradualmente mediante instrucción guiada y práctica deliberada.
La teoría de la carga cognitiva explica este fenómeno con el llamado efecto de inversión de la pericia: lo que funciona para los expertos —como la autorregulación o el aprendizaje autónomo— no funciona para los principiantes, que aún carecen de esquemas y rutinas automatizadas. Por eso, dice Kirschner, un novato no es un pequeño experto, y los docentes deben evitar proyectar sus propias competencias sobre los alumnos. Esa “maldición del conocimiento” hace que los profesores olviden lo difícil que era aprender cuando no sabían. De ahí su defensa de una enseñanza estructurada que permita a los estudiantes adquirir primero el conocimiento necesario para, más adelante, aprender a aprender por sí mismos.
Solo así podrán experimentar el mundo de forma significativa, del mismo modo que alguien con experiencia distingue lo que un observador inexperto ni siquiera percibe.
📘 Entrevista completa (subtitulada en español) disponible en McGuffin Educativo.
🎙️ Original: Progressively Incorrect Podcast, episodio con Paul A. Kirschner.